Un pequeño sueño

Caminaba con cierta prisa entre arboles titánicos que mi vista no llegaba a apreciar sus copas teniendo mi posición y una espesa neblina como obstáculos. Extraviada en el desconocimiento del fantástico bosque que al dar cada húmedo y helido paso me revela sublimes rarezas. Me detengo para apreciar dos siluetas ubicadas sobre un inmenso monolito, una de las enormes figuras era de color otoño con runas cinceladas por toda su corteza, desde la nuca hasta los pies y su rostro ininteligible; con una parte de alas esculpidas en la espalda. La otra era color invierno, tenía un rio recorriendo su interior y resplandecía por su simpleza, su rostro cristalino reflejaba tribulación. Estaban discutiendo, el estruendo era tal que tambores, rugidos y estallidos no podían compararse con semejante escena. Entre ellas sostenían una sagrada Tabebuia inmensa que estaba floreciendo de rosa; esta parecía su única manera de unión.

Caminé hasta el lado del otoño tratando que no me vieran. Sentía que mis piernas eran diferentes, al alzar mi pantalón observo mi pierna repleta de hojas marchitas pegadas con lodo, tratando de quitarlas descubría mi hueso hecho de hielo. atemorizada grité, lo que hacía que las dos deidades me detectaran merodeando. Intrigadas, deciden ir por mí, el árbol sagrado cae quebrandose y rápidamente el invierno se descongelo y el otoño de pudrió.

Escribe un comentario