He de admitir y confesar

He de admitir y confesar:
que no todo el conocimiento se encuentra en mi interior,
que hay en la vida situaciones que sólo
conoceré tras observación; tras recepción.
Que no soy omnisciente ni tiendo a ello
y esa es la burla de un ser superior
quizá omnipotente pero sin motivos
ni excusas para iluminar mi sendero a la verdad.

Soy la burla para esos seres
de entre tantos a mi semejanza.
Y lo soy, no por ser un idiota,
ni por ser el menos agraciado,
sino por querer llegar a ser como ellos,
o por lo menos, conocer lo que ellos.

Nada les parece más bufón
que la impotencia de un ser inferior
momentos después de reconocer
la omnipotencia de un ser superior
ante su miserable existencia.
Nada les da tanta gracia
que cuando nace la envidia.

Como fuertes relámpagos
se manifestaron sus carcajadas
en mi ansiosa oscuridad,
el día que los vi de espaldas,
relajados, despreocupados;
el día que adopte mi inferioridad.
A pesar de eso,
aproveche el ápice de luz
que cada risa imponía sobre mí,
para ver más allá de mis pasos;
aproveche el fuego creado
por el choque de dos rocas
insistentes en moler mi voluntad;
para agrandar la llama de mi espíritu.

Con el resplandor de mi alma
y la voz de mi voluntad,
he cegado los ojos que me vigilan,
he aturdido el oído del que me espía.

Ahora puedo caminar por doquier
y hablar lo que quiera
sin miedo a ser detenido,
sin volver a ser perseguido.

Ahora que puedo caminar,
caminaré sobre los puentes
de los flujos del tiempo.

Ahora que puedo hablar,
hablaré con mis otras vidas;
quiero cargar su conocimiento
y compartirles el mío.

He de creer y esperar:
que a través de la experiencia
se acercará a mí la omnisciencia
y que gozaré con deleite
cada instante tras poseerla.

Guiado por la calma de la montaña
y por la terquedad del bosque
me adentraré en el laberinto de las cuevas,
me perderé en su oscuridad
tropezando a pasos con mi ignorancia
que sanará y aprenderá.

He de admitir y confesar:
que no todo el conocimiento
se encuentra en mi interior,
pero cuanto saber existe ahí afuera:
ahí a donde mis pies me llevarán;
ahí donde paciente, la verdad me espera.

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