Fluir como la tuna.

Siento morderte el pastel de zanahoria. Siento amarte y la incapacidad de saltar para zambullirme entre tus olas, siento los sonidos de aeropuerto, siento Nueva York. Siento la navidad desde otoño, siento los espacios vacíos del texto, siento la luna. Siente el amanecer, el resplandor blanco de las flores silvestres, el cambio de luz debajo de un puente. Siente mis dedos rozando tu cuello, la humedad que empaña ventanas. Siento deshacerse uvas negras en mi boca. Siento la melancolía de la poderosa tuna. Me siento tan espinoso que no se como diablos siento. Siente el sudor en mi pecho, el aplauso de dos, las nubes, la brisa, la hormiguita que recorre tus dedos. Siento mucha suerte en tiempos prohibidos. Siente el desmoronamiento de los días. Siento colores de colibrí que detienen el tiempo. Siente el lila atrapado a mis pinceles. Siento tu ángel de la guarda y demasiados años. Siente mis canciones imaginando tus labios tan rojos. Y esta pena de perderme más aventuras así como malgaste mi contoneo. Siento una llama celeste que ordena mi texto, siento que ya sin dientes siento. Siento bailar sobre la silla y fluir en el tiempo mientras escribo y reescribo. Ahora todo lo siento con mis pies descalzos. Piedras de rio y burbujas en la bañera. El pelaje dorado de mi perro adorado y los besos al espejo siento…

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