A veces

A veces como aves en libertad…
la mente sólo vuela y vuela;
comienza a imaginar, a soñar,
dando vida a gratas ilusiones
que podrían cumplirse cual fantasías.
A veces…
las nuevas ilusiones son motivo de alegría,
y como la imaginación trabaja aun mientras se duerme;
empiezan a surgir sueños de entre pesadillas.
Sueños de amor…
Sueños de goce…
Sueños de unión…
Sueños de esperanza…
Sin embargo…
A veces al ver (no sólo mirar) la realidad…
Se percibe como la ilusión está perdida,
que los sueños están por convertirse en pesadillas
y los anhelos, como aquellos que ruegan,
en ese momento, no son escuchados.
Ni hablar de seguir fantaseando;
mejor practicar el olvido.
A veces cuando se cree conocer la verdad…
la desilusión es la mayor tristeza
e imaginar ya no es igual,
los sueños se esfuman por desvelo.
Claro que se insiste en fantasear,
se pide algo, pero no cualquier riqueza;
no es oro aquello que buscas,
es amor; lo sabes con franqueza.
Entonces se comienza a implorar por ese anhelo,
le pides a Dios mencione ante ti
la fórmula perfecta para conseguirlo.
Después preguntas a cuanto ángel ves por los cielos:
¿en dónde quedó cupido? ¡Que mira te ha flechado!
Sabes que te has enamorado.
Y entre tanta búsqueda luego de encontrarlo…
Te abalanzas sobre él; no das explicaciones
sólo actúas por instinto, pero al verlo atemorizado,
avergonzado te disculpas.
Agradeces lo que ha hecho porque encontraste el amor
y le pides con confianza, que ya que te ha enamorado…
también fleche a tu amada, que te haga el puto favor.